En la era digital, la inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en diversos campos —entre ellos la traducción— transformando radicalmente la manera en que realizamos tareas cotidianas. Sin embargo, a medida que las tecnologías de traducción automática avanzan, resulta fundamental reflexionar sobre su aplicación, especialmente en lo relativo a la terminología, a la revisión y a la confidencialidad.
¿Qué es la IA?
Aunque el funcionamiento de la inteligencia artificial es complejo y consta de diferentes etapas, podríamos señalar que, en esencia, se trata de una red neuronal en línea que genera textos a partir de un entrenamiento llevado a cabo gracias a textos, artículos y otro tipo de fuentes de información públicas en internet. No obstante, cabe destacar que, aunque pueda resultar útil y tenga inmensidad de aplicaciones prácticas, no debemos olvidar que se trata de un sistema que está en continuo entrenamiento y, por lo tanto, puede equivocarse. Es por esto que hay una serie de consideraciones que debemos tener en cuenta cuando sea posible hacer uso de él, empleando el factor humano para asegurar un correcto funcionamiento de la tecnología, sobre todo en lo que respecta a las labores de traducción.
Consideraciones sobre la IA en la traducción
Aunque con la cantidad de elementos a tener en cuenta en el uso de la inteligencia artificial podríamos escribir una lista casi interminable, en este artículo queremos señalar algunos puntos esenciales donde la intervención de especialistas cobra vital importancia. Estos aspectos son la terminología, la revisión, el estilo y la confidencialidad.
Terminología
Son muchas las ocasiones en que encontramos textos donde la terminología específica de cada ámbito se ha traducido de forma errónea (generalmente, derivada de una traducción literal). Aunque, por su similitud, algunos términos puedan traducirse de forma muy similar (por su raíz latina o griega), este parecido se limita a ciertos campos de especialización, como la medicina o la biología, ya que si hablamos, por ejemplo, de ingeniería naval, la terminología inglesa no tiene nada que ver con la española. Sin embargo, hay textos en internet (fuente de información de la inteligencia artificial) con traducciones literales que no remiten a la misma realidad. Es por ello que es necesario que un traductor especializado realice la labor de documentación para contrastar la información procedente de distintas fuentes hasta encontrar el término correspondiente.
Además, la inteligencia artificial no garantiza la coherencia en la traducción de términos que se repiten a lo largo del texto (rigurosidad terminológica), lo cual puede dar lugar a malentendidos, ambigüedades e incluso una mala reputación.
Revisión y estilo
La cuestión de la terminología específica es una de las razones por las que el proceso de revisión (o proofreading) resulta crucial si nos encontramos ante un texto traducido con inteligencia artificial, aunque esta necesidad de revisar los documentos no se limita a los términos, sino a otros elementos que varían según la tipología textual. Por ejemplo, si nos encontramos ante un texto divulgativo, como un blog, es necesario utilizar un lenguaje más persuasivo donde se intente involucrar al lector y, aunque es cierto que la IA puede distinguir y elaborar textos con diferentes estilos, hay que tener en cuenta que, si nuestra intención es publicar blogs a lo largo del tiempo, es necesario mantener el mismo estilo en todos y el uso de la inteligencia artificial supone un obstáculo en esta tarea de homogeneización. Es el caso también de la localización de páginas web, de cara al marketing, como bien señalamos en un podcast que podéis encontrar al final de este post.
Por otro lado, como hemos señalado al principio de esta publicación, la IA se sirve de fuentes en línea para elaborar sus textos, pero esas fuentes de las que se sirve no han sido seleccionadas, por lo que la información puede ser correcta, errónea o no estar actualizada —no todo lo que se publica en internet está bien, ni en cuanto al contenido ni en cuanto a la forma. Por tanto, es necesario que haya un revisor que garantice que todo el contenido es correcto y que no hay ningún tipo de falta ortotipográfica, sobre todo si nosotros mismos hemos decidido «retocar» el texto que ha redactado la inteligencia artificial, ya que no es raro el caso en que se cambia una palabra sin ajustar los elementos que la rodean y que son gramaticalmente dependientes.
Confidencialidad
Otro aspecto crítico es la confidencialidad de la información. Al utilizar servicios de traducción automática en documentos que contienen información sensible, existe el riesgo de que los datos confidenciales queden almacenados en la red o que se compartan de forma no deseada, ya sea por descuido o por un fallo informático. Sobre todo en textos jurídicos y en investigaciones o manuales técnicos no publicados todavía, la seguridad de la información debe ser una prioridad y las empresas deberían ser extremadamente cautelosas y minuciosas en lo que respecta a la elección del modo de traducción: aunque la IA pueda parecer tentadora, la necesidad de proteger la privacidad está por encima, y las agencias de traducción, como Lingua, ponemos a disposición de nuestros clientes un contrato de confidencialidad para asegurar la protección de los datos con los que trabajamos.
Conclusión
Como hemos dicho antes, hay muchísimos elementos más que podríamos mencionar sobre los peligros de usar la inteligencia artificial para la traducción, como los juegos de palabras en la traducción audiovisual, la pérdida de rasgos culturales de la traducción gastronómica, la rima en la traducción poética…
En definitiva, la confianza ciega en la IA puede tener consecuencias perjudiciales. La tecnología, por avanzada que sea, sigue siendo una herramienta y no un sustituto completo de la mente humana. La interpretación y adaptación a situaciones particulares requieren un entendimiento más allá de las capacidades actuales de la inteligencia artificial. La dependencia exclusiva de la IA sin una revisión crítica puede conducir a malentendidos, a errores y, en casos extremos, a la pérdida de la esencia original del mensaje. Por ende, la revisión humana se presenta como un factor fundamental para garantizar la calidad y la precisión de todas nuestras traducciones, todo ello sin descuidar la confidencialidad ya que, por muy cómoda que pueda parecer, la traducción automática no debe comprometer nunca la seguridad de la información. Debemos recordar en todo momento que las máquinas están limitadas por su programación y no pueden reemplazar la sensibilidad humana y la interpretación contextual.
De hecho, a raíz de este tema, el 2 de octubre Eric van Hout, CEO de Lingua, participó en una entrevista en Onda Regional sobre el mundo de la traducción y el papel de la inteligencia artificial en este.
Además, con motivo del Día internacional de la traducción y la interpretación, que se celebra cada año el 30 de septiembre, ¡también salimos en la 7RM! Puedes ver el vídeo en nuestras redes: Facebook, LinkedIn, X e Instagram.
Y recuerda, si tienes un proyecto en mente, puedes contactarnos en cualquier momento: estaremos encantados de atenderte.
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