A mucha gente le resulta curiosa la intrincada caligrafía japonesa, pero no tantos son conscientes de la singularidad y belleza de este idioma que acarrea detrás una rica historia. Lo hablan más de 120 millones de personas en Japón y en comunidades japonesas en todo el mundo y su estudio ofrece una ventana a una cultura milenaria que ha sabido preservar sus tradiciones mientras se adapta a las demandas de los tiempos modernos.
El japonés se erige como un verdadero tesoro lingüístico que nos invita a profundizar en su estructura, sonidos y significados como una forma de explorar una de las civilizaciones más cautivadoras del planeta. En este blog te contamos desde lo más básico de su escritura hasta lo más curioso, como sus distintas formas de cortesía o los sufijos para contar objetos.
El origen del japonés
Esta lengua tiene un origen intrigante que se remonta a miles de años atrás en la historia de Japón. Clasificada comúnmente como una lengua aislada debido a la ausencia de parentesco claro con otros idiomas, ha sido objeto de debate entre los lingüistas: si bien no se ha establecido una relación clara con ninguna otra lengua, algunos argumentan que el japonés estándar moderno forma parte de la familia japónica, junto con varias lenguas de las islas Ryūkyū.
Sin embargo, su evolución se ha visto condicionada por una serie de influencias externas a lo largo de los siglos. Una de las influencias más significativas proviene del chino clásico, que introdujo una gran cantidad de términos y caracteres durante los intercambios culturales entre Japón y China desde el siglo III hasta el siglo VII. Además, se han identificado préstamos léxicos provenientes del coreano y el aino, el idioma de los pueblos indígenas de Hokkaido.
La escritura del japonés
Los japoneses tomaron los caracteres chinos o kanji (漢字, literalmente «caracteres Han») y además de añadirles su pronunciación conservaron la original del chino adaptada a su fonética. De ahí que cuando se estudian los kanji hoy en día se distinga entre onyomi (音読み), lectura china, y kunyomi (訓読み), lectura japonesa. Por ejemplo, el kanji de «agua» (水) se puede leer /mizu/ cuando se refiere a la bebida, que sería su kunyomi, o se puede leer /sui/, como en /suiyoubi/ (水曜日), que es «miércoles», palabra en la que se utiliza su onyomi.
Además de los kanji, en el japonés se utilizan dos alfabetos silábicos que se desarrollaron medio siglo después, el hiragana y el katakana. El primero se utiliza para escribir las desinencias y partículas que acompañan a los kanjis, como en 私は水を飲みたい (‘quiero beber agua’), donde solo el primer, el tercer y el quinto símbolo son kanjis. En katakana se escriben interjecciones, onomatopeyas y préstamos de otras lenguas, como シエスタ o «siesta», préstamo del español.
Características lingüísticas
En términos de estructura gramatical, el japonés es una lengua aglutinante, lo que significa que las palabras se forman agregando varios morfemas o partículas a una raíz. La estructura básica de una oración japonesa sigue el orden sujeto-objeto-verbo (SOV), lo que la diferencia de lenguas de raíz latina como el español o el francés y la acerca más al latín o al alemán. Así, en el ejemplo de la frase anterior, el verbo es 飲みたい(/nomitai/):
En japonés las palabras no tienen género ni número gramatical, se suelen deducir por el contexto o se utilizan sufijos y otras técnicas para indicar pluralidad en nombres concretos, como la duplicación. Por ejemplo, /hito/ (人) es «persona» y /hitobito/ (人々) es «personas».
Tampoco tienen artículos, pronombres ni un tiempo verbal para el futuro (se utilizan complementos circunstanciales de tiempo para indicarlo). No utilizan preposiciones, sino posposiciones (detrás del nombre), y abundan sobre todo los sufijos, a excepción de algunos prefijos honoríficos.
En cuanto a los números, se usan tanto los kanjis (一, 二, 三, 四, 五, etc.) como los números arábigos, y las cifras se agrupan de cuatro en cuatro, no de tres en tres. En el sistema numérico occidental, la unidad más grande es mil: ‘mil millares’ es un millón y ‘un millón de millones’ es un billón. En japonés, sin embargo, la unidad más grande es diez mil, man (万), por lo que aunque en cifras se sigan escribiendo las comas cada tres, los números se leen en grupos de cuatro o «diez miles».
Otra característica distintiva del japonés son los sufijos contadores, josuushi (助数詞), que se utilizan para contar objetos o indicar cantidades específicas. Los sufijos contadores varían según el tipo de objeto que se esté contando, se añaden detrás de cada número y su uso es imprescindible para comunicar con precisión la cantidad deseada. Por ejemplo, para contar objetos planos se utiliza el sufijo /mai/, como en /ichi-mai/ (一枚), «un objeto plano». Hay sufijos para contar personas, para plantas de un edificio o para animales pequeños, entre otros muchos.
La cortesía en japonés
Los niveles de cortesía y etiqueta en el japonés, conocidos como «keigo» (敬語) , son una parte integral del tejido social y lingüístico del país. Estos niveles reflejan la importancia que se otorga al respeto y a la jerarquía en las interacciones diarias y su uso es obligatorio en numerosas situaciones sociales. El keigo se manifiesta a través del uso de honoríficos y formas de cortesía que varían según el estatus relativo del hablante y el oyente, así como el contexto de la conversación: se utilizará siempre una forma respetuosa u honorífica al dirigirse a alguien de mayor estatus social, como un jefe o una persona mayor, para mostrar deferencia y cortesía.
Por ejemplo, el verbo «hacer» tiene una forma estándar en japonés, /suru/ (する). Esta forma es apropiada para usarla con miembros de la familia y amigos cercanos. Sin embargo, en situaciones donde se requiere un tono más formal o respetuoso, como al dirigirse a un desconocido o a un superior, se utiliza la forma de cortesía /shimasu/ (します). Además, cuando se desea mostrar un nivel aún mayor de respeto, se emplean palabras respetuosas y humildes como /nasaru/ (なさる) o /nasaimasu/ (なさいま).
El japonés en la cultura popular
La influencia del japonés en la cultura popular global es evidente en diversos ámbitos como la música, el cine, el anime o el manga. El fenómeno del anime y el manga ha traspasado fronteras, ganando una base de apasionados en todo el mundo y generando una amplia gama de productos de consumo cultural, convenciones y obras de arte inspiradas. Además, el japonés ha enriquecido otros idiomas con términos como «sushi», «karaoke» o «samurái», que se han incorporado al léxico internacional y son símbolos de la influencia global de la cultura japonesa en la gastronomía, el entretenimiento y la historia.
En definitiva
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